domingo, 26 de diciembre de 2010

DEMOCRACIA Y DOBLE VERDAD
A PROPÓSITO DE LAS RECIENTES DECLARACIONES DE VIDELA


En la semana pasada en la Argentina se ha recordado -y además enriquecido con nuevos detalles- un hecho que ya se sabía pero que por circunstancias de ocasión se trataba de mantener en el olvido.
Cuando el ex presidente militar Videla enfrentaba su inevitable segunda condena a perpetua por ‘violación a los derechos humanos’, aprovechando la circunstancia que le brindaba la presencia de las cámaras, manifestó en su alegato final aproximadamente lo siguiente. Que en vísperas del golpe de Estado de 1976, cuando gobernaba la viuda del Gral. Perón, tuvo una reunión secreta con el líder del opositor partido Radical, Ricardo Balbín, quien a pesar de que ante el público de ese entonces se manifestaba como el más ferviente defensor del sistema democrático, sin embargo lo alentó en la necesidad de que ante la grave crisis política que en ese entonces se vivía, ‘se decidiera de una buena vez a dar el golpe’ y le agregó antes de retirarse que, si bien ellos públicamente no lo iban a poder apoyar, pues recordemos se trataba de defensores acérrimos de la democracia, iban a allanar el camino para que los hechos se desencadenaran de esa forma.
Por más que los principales líderes del partido radical hayan negado esta entrevista y manifestado su repudio por tales conceptos, nosotros queremos decir que basta tan sólo acudir a la memoria histórica de los hechos de ese entonces para considerar que la misma es sumamente verosímil. Recordemos que a días del golpe de marzo del 76’ la presidenta Isabel Martínez, quien se sentía al borde del colapso debido a las crisis que no podía resolver, ante la inminencia de un desenlace que se venía anunciando por todos los medios, invitó a los principales líderes de la oposición a que se dirigieran al país dando sus soluciones para evitarlo. Y fue justamente Balbín quien, en consonancia con lo que Videla nos dice que sucedió en privado, manifestó su histórica frase. “Me piden que yo dé una solución respecto de lo que habría que hacer. Yo quiero serles sincero a todos: Yo no sé lo que hay que hacer.” Es decir que eso fue justamente el allanamiento del camino al golpe que Videla nos estaba relatando que le había anticipado días antes en privado y que por lo tanto se trató de un hecho cierto haya o no existido tal reunión. Fue luego y gracias a esa luz verde dada por el principal partido de la oposición que a la semana siguiente hubo un golpe de Estado.
Pero este acontecimiento de hacer caer un gobierno constitucional mediante un golpe militar, aclarémoslo ya ahora, no ha sido obra exclusiva de los radicales, sino también del otro partido mayoritario el cual brindó su apoyo explícito a distintos golpes de Estado contra gobiernos que no le eran afines. Tal el caso del mismo Perón cuando respaldó abiertamente a Onganía en su golpe contra el radical Illia en 1966 (antes lo había hecho en 1943 contra el presidente Castillo) y aun en nuestros días, cuando ya las Fuerzas Armadas han perdido protagonismo político, se ha reconocido públicamente que la caída del gobierno radical de De la Rúa en 2001 fue también producida por un golpe efectuado por grupos de amotinados que recibían instrucciones precisas de punteros políticos del partido peronista quienes organizaron los desórdenes callejeros en modo tal de hacerlos incontrolables y determinar así el derrumbe espectacular del gobierno. Esto mismo también aconteció después con los regímenes peronistas que le sucedieron, el de Rodríguez Sáa primero y luego con Duhalde quien tuvo que anticipar su retiro de la presidencia varios meses antes a causa de nuevos motines callejeros. Y aun el actual gobierno nos acaba de denunciar que las fuerzas de la oposición, implicando en ello también al partido radical, están nuevamente utilizando este procedimiento para desestabilizarlo y precipitar su caída.
Todos estos hechos, los que podrían también incrementarse con otros ejemplos, sirven para señalarnos una cosa muy puntual. Que los principales exponentes y pregoneros del sistema democrático en el fondo no creen en el mismo y sostienen lo que podría llamarse como una doctrina de la doble verdad que consiste en lo siguiente. Habría dos tipos de verdades contrapuestas que se pueden formular al mismo tiempo, una de ellas, para uso de las multitudes, que en el fondo es ficticia y ‘no verdadera’ y otra en cambio, la que sí lo es, que se mantiene en silencio o se divulga entre pocos pues difundirla en su crudeza podría llegar, además de herir susceptibilidades, a evitar la realización de esta última. En modo tal que la verdad que no es tal puede servir para que la otra, la que sí lo es, pueda plasmarse realmente sin tropiezos debido a que las multitudes son incapaces de comprender tales matices y trabajar dialécticamente para el triunfo de la misma.
Esto ha acontecido por ejemplo con varios ateos convencidos, tal el caso del francés Maurras en el pasado siglo, para quienes la fe en Dios a través de la estructura religiosa, si bien se trataba de la creencia en algo falso e inexistente, era lo mismo útil para mantener unidas a las personas y evitar así el caos en la sociedad. Pasa exactamente igual con el dogma de la democracia, es decir el dogma por el que se considera que el pueblo está en condiciones de gobernarse a sí mismo a través de los representantes que elige y a los que determina en sus decisiones con sus frecuentes cambios de humores medidos por encuestas y estadísticas. Y esta fe en el soberano, comprendido como entidad divina a la que hay que rendir culto regularmente a través de un periódico ritual de votos dominicales en urnas especialmente organizadas para el cumplimiento de los fines de tal religión, tiene también sus matices y sus desavenencias teológicas.
Al respecto Napoleón Bonaparte, quien fuera un gran defensor de los principios instaurados por la Revolución Francesa, solía decir que el arte de la política democrática consiste en lograr que la multitud a través de las urnas resuelva lo que su élite capacitada ya había decidido un tiempo antes. Es decir que el pueblo a través de su elección cree que decide, pero en verdad ha sido una voluntad más fuerte que la suya la que lo ha hecho antes en modo tal de que él ni siquiera puede darse cuenta de ello.
Ahora bien, aquí el corso nos dejó sin resolver un gran problema. ¿Qué pasa cuando la multitud no elige de acuerdo a lo que ha decidido su élite? O más sencillamente ¿qué pasa cuando elige mal o cuando lo hace en contra de sus mismos intereses y su decisión puede conducirla hacia el mismo colapso?
Este severo inconveniente intentó ser resuelto de dos maneras diferentes. En el primer caso fueron Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi en nuestro medio quienes plantearon la necesidad de establecer una distinción entre el pueblo racional, es decir aquel que elegía de acuerdo a lo que estaba bien y el irracional que en cambio se manejaba sólo por impulsos e instintos pasajeros. Solamente el primero podía votar y el segundo en cambio debía ser sometido a una educación democrática que con el tiempo lo convirtiera en apto para las urnas. Este concepto rigió hasta más de la mitad del siglo pasado cuando fuera proscripto el peronismo por considerárselo antidemocrático, es decir no racional. Pero como el hilo de separación entre el pueblo racional e irracional terminaba resultando demasiado sutil y los que pertenecían al segundo grupo se resistían a ser considerados como tales en tanto se les enseñaba el dogma de la soberanía popular fue que la democracia se fue haciendo cada vez más universal y omnicomprensiva. Ante esta situación fue que para conservarla ha habido que acudir a la doctrina de la doble verdad. La que consiste en considerar que cuando la 'verdad' del pueblo choca contra la pared de la realidad y éste termina decidiendo en contra de sí mismo, son los mismos pregoneros de la democracia los que terminan convirtiéndose en profundamente antidemocráticos y por lo tanto golpistas. Es decir demuestran así que no creen en ‘la noble Igualdad’ y en los distintos dogmas de la religión inaugurada tras la toma de la Bastilla.
Queremos concluir que esta conducta con el tiempo desemboca en la erosión de la misma religión democrática. No se puede ser hipócrita y mentiroso por mucho tiempo aun si ello se lo hace invocando los más nobles principios. Ya desde el mismo Platón se ha demostrado que no puede vivirse siempre en la mentira es decir con la falta de consonancia entre lo que se piensa y la realidad en tanto que ello conduce necesariamente a la muerte del orden social.
Por contraste a tal conducta debería constituirse una clase política que se diferenciara de la actual en tanto que abiertamente manifestara la imposibilidad y absurdo de un sistema democrático y que la función de gobierno no debe ser llevada a cabo por el pueblo sino por los que saben y se encuentran calificados para ello.

Marcos Ghio
26/12/10

sábado, 18 de diciembre de 2010

EL FORTÍN
Nº56 (Noviembre-Diciembre 2010)
EDITORIAL
EL PUENTE DE LOS TROLOS
Cerrando el año de homenaje al bicentenario
por Marcos Ghio
POR UN FRENTE CRISTIANO-ISLÁMICO
NACIONALES
A propósito de un artículo de El País sobre MaradonaEL FALSO DILEMA ARGENTINO: PRAGMATISMO O PENSAMIENTO MÁGICO
Algo más sobre el debate entre principistas y populistasLA POLÉMICA ENTRE WERMUS Y FEINMAN
EL SUICIDIO DE KIRCHNER (ÚLTIMA PARTE)
REPORTES DE LA AGENCIA KALI-YUGA por Walter Preziosi
RUSIA SE COMPROMETE EN LA GUERRA EN CONTRA DEL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO
WIKILEAKS Y KALI-YUGA
DOCTRINARIA:
Rostro y máscara del espiritualismo contemporáneo
por Eduard Alcántara

miércoles, 1 de diciembre de 2010

POR UN FRENTE CRISTIANO-ISLÁMICO

La reciente reunión de la Otan en Lisboa el pasado 20/11 ha puesto en claro en manera definitiva lo que ya se venía insinuando en el mundo desde más de 10 años. La guerra entre Estados y naciones ha cedido el lugar ahora a la guerra entre civilizaciones en donde las religiones vuelven a ocupar el lugar prioritario que tenían antes de que la modernidad las sustituyera, a través de su proceso de secularización, por el conflicto entre los intereses prioritariamente económicos y políticos de los diferentes Estados.
La declaración de Roma de 1998 por la que el Vaticano pasó a considerar a los judíos como sus hermanos mayores y al Holocausto como un dogma de fe, representó pues el antecedente del modelo de cristianismo sionista que habría de promover más tarde Bush y sería continuado ahora con Obama para el cual el triunfo de Israel en el Medio Oriente, al que se califica como la avanzada de la democracia en tal región, representaría la señal de que Dios, a través de su pueblo elegido, estaría llevando a la historia por el camino de gloria representado por el triunfo de los grandes principios formulados por la Revolución Francesa.
El Frente cristiano sionista hoy, a través de la aludida reunión de Lisboa, ha constituido un bloque militar y político compuesto por distintas naciones, contando principalmente con el respaldo de los EEUU, Europa, Rusia y a nivel espiritual por la logia instaurada en el Vaticano, la cual en connivencia con lo que a nivel militar el ‘mundo libre’ ha sostenido, considera al Islam como una religión violenta con la cual, salvo en su versión modernizada, no es posible dialogar. A su vez la organización militar Otan en dicho encuentro de Lisboa, con la presencia del líder ruso Medvedyev, ha señalado claramente que tal organismo no es más una línea de defensa que el ‘mundo libre’ ha levantado para combatir al comunismo, sino por el contrario una unión de todos los Estados modernos, sea capitalistas como comunistas, para hacer frente al gran enemigo que amenaza a dicho mundo, es decir al que ellos representan y califican como el ‘terrorismo internacional’. Por lo tanto se trata ahora de la organización militar de las Naciones Unidas estructurada con la finalidad de defenderse de un nuevo peligro mucho más grave y dramático para ellos del que fuera el comunismo. Porque si este último discrepaba solamente respecto de quiénes eran los que debían manejar la economía de la humanidad, si una oligarquía encaramada en un Estado o la simple y milagrosa iniciativa privada, lo que ha dado en llamarse como el terrorismo internacional o fundamentalismo en cambio considera que no es la economía la meta del hombre, ni tampoco la vida el sentido último de la existencia, sino una dimensión superior y metafísica, tal como sostuvieran siempre las grandes religiones desde la Antigüedad.
Pero además el gran cambio acontecido ahora a partir de tal reunión es que de aquí en más el enemigo contra el cual se combate ya no es un determinado Estado o un grupo de éstos, sino una concepción del mundo diferente, una religión distinta y contrapuesta a la sostenida por ellos, una religión de carácter trascendente, opuesta radicalmente al cristianismo sionista, constituido inicialmente como logia en una hermandad entre mayores y menores con la finalidad de instaurar un universo de valores puramente humanos y seculares.
Aquí en el Cono sur del Continente Americano hemos ensayado a partir de ahora un frente antitético del cristiano sionista impuesto desde Washington, Moscú, el Vaticano y Jerusalén. Este nuevo frente agrupa a exponentes sea del catolicismo como del islamismo, aunque -lo anticipamos desde ya ahora- no descarta también a otras religiones que puedan compartir ciertos principios esenciales.
Para nosotros queda en claro que Islam y cristianismo son religiones diferentes fundadas en etnías y valores distintos. Católicos y musulmanes no concebimos a Dios del mismo modo, y en épocas históricas remotas nos hemos enfrentado en distintas guerras religiosas en manera militar. Pero si ya en las antiguas Cruzadas pudieron dialogar representantes de élite de los dos bandos, como los Assassins del lado musulmán y los Templarios del cristiano, concibiendo ambos a la guerra santa como un camino ascético de purificación espiritual; hoy en día frente al verdadero alud de decadencia y destrucción representado por la modernidad motorizada especialmente por el frente cristiano sionista, existen más razones para establecer un diálogo constructivo ante la grave encrucijada en que se encuentra el mundo.
Partimos pues de ciertos valores comunes que es posible sostener sin por ello renunciar a nuestras especificidades religiosas.
1- Consideramos a la dimensión espiritual y metafísica como superior a la material y física que sostiene en cambio el mundo de la decadencia. En función de ello concebimos a esta vida biológica por la que transitamos como un medio en función de algo superior que debe ser conquistado. Esta realidad suprema, cielo o paraíso de acuerdo a las diferentes religiones, sólo está asignada para quienes dan su vida por la Divinidad, cualquiera sea el nombre que ésta posea.
2- Desde tal óptica para nosotros no es la economía el destino del hombre, sino el espíritu, expresado a través de aquellas formas que no han reducido la religión a un mero asistencialismo social, ni a un vacuo y pobre humanismo, tal como acontece con todas las corrientes modernistas presentes en las diferentes manifestaciones religiosas, desde cristianas, islámicas, judías, etc.
3- Consideramos que el Estado debe ser una institución jerárquica y sagrada, superpuesta a la comunidad, concebido como un ente formativo y compuesto por una elite espiritual calificada encargada de formar al hombre convirtiéndolo en persona y a la simple masa en pueblo. De allí nuestro absoluto antagonismo respecto de la democracia moderna que funda la soberanía en la masa anónima y votante. Para nosotros ésta emana de Dios y el Estado es un organismo pontifical de carácter sagrado alcanzando su dimensión más elevada en las figuras del Imperio o el Califato.
4- Repudiamos las diferentes formas que ha asumido la modernidad en sus expresiones sociales. Estamos en contra del consumismo desaforado, del capitalismo financiero que ha priorizado la especulación sobre el trabajo así como la fiebre de consumo impuesta a la población a fin de vaciarla espiritualmente y que ha dado como resultado además la destrucción de nuestra naturaleza. Y finalmente posee un especial capítulo nuestro rechazo absoluto por el sexismo desenfrenado en que ha caído el occidente degradado por el cual se ha desnudado públicamente a la mujer tratando así de convertir al hombre en un sujeto pasivo de libido a fin de que los grandes poderes del planeta puedan gobernarlo a su antojo explotando aquellas debilidades que le han sido producidas ex profeso. Ante ello nuestra plena simpatía hacia el velo islámico, hacia el retorno de la mujer al hogar, entregada principalmente a la crianza y a la familia y alejándola del mundo del trabajo, aceptándose su participación en el mismo solamente en caso de de talento.
5- Nuestra simpatía más plena hacia aquellos movimientos desarrollados en los diferentes espacios geográficos empeñados en la destrucción de esta gran anomalía que es el mundo moderno a fin de restablecer una humanidad normal para la cual la verdad no sea igual a la cantidad y la vida biológica y material no sea la meta última de la existencia, sino la conquista de la inmortalidad.
Este frente es de carácter ecuménico, pero en sentido diametralmente opuesto al del modernismo instaurado a través del Concilio Vaticano II. Nuestra unión es metafísica y espiritual y no social y política como lo sostenido por dicho evento. No bregamos por la paz de este mundo moderno en connivencia con lo sostenido por otro organismo similar, las Naciones Unidas, sino por la instauración de principios y valores espirituales trascendentes, tales como los que existieran siempre en cualquier humanidad normal antes de que la anomalía moderna instaurada por la Revolución Francesa en el mundo los subvirtiera.
Queda abierto pues un espacio para todas las demás religiones tradicionales que quieran sumarse a esta iniciativa, sean éstas el budismo, el brahamanismo, el cristianismo ortodoxo y aun el mismo judaísmo siempre y cuando, como en los otros casos, se aparte de la desviación moderna acontecida en su seno especialmente a partir del sionismo. Nuestra simpatía pues hacia aquellos movimientos judíos antisionistas que se han desarrollado en distintas partes del planeta y que han sido capaces de enseñarnos la diferencia abismal que existe entre su tradición y la aberración sionista.
Y con respecto a aquellos católicos reacios en hacer un frente con sectores tradicionales del Islam en obtusa obediencia respecto del Vaticano, queremos recordarles que no siempre tal institución ha sido una estrecha aliada del modernismo sionista. Aun en el siglo XVI el papado fue capaz de unirse con el sultán turco en una alianza política y militar. Pero la gran diferencia entre aquella época y la actual fue que en ese entonces la misma se desarrolló en contra del emperador cristiano, romano-germánico, ahora en cambio la gran ventaja es que nuestro enemigo común es el mundo moderno.

Marcos Ghio, Mahdi Al Afghani, Julián Ramírez
fcrisil@yahoo.com.ar