lunes, 11 de marzo de 2013


DE BOLÍVAR A CHÁVEZ: DE LA TRAGEDIA A LA COMEDIA



Prescindiendo plenamente del impacto emocional que ha causado en el mundo entero el fallecimiento del líder venezolano Hugo Chávez, bosquejaremos aquello que consideramos como lo esencial de su figura.
Chávez se calificó a sí mismo de bolivariano, es decir se consideró un seguidor y un promotor contemporáneo del principal proyecto de Simón Bolívar de querer constituir una gran patria latinoamericana que pudiese convertirse en una potencia importante en el planeta. Tanto lo obsesionó tal figura que, aprovechando su poder, hizo desenterrar su salma con la finalidad expresa de querer demostrar lo que sus seguidores más fanáticos sostenían: que el mismo había sido envenenado por las ‘fuerzas imperialistas’ a fin de coartar su proyecto. Es de destacar al respecto que, a pesar de los minuciosos estudios efectuados utilizando todos los avances de la tecnología moderna, nunca pudo llegar a demostrarse en manera alguna tal hipótesis, por lo cual, para encubrir el fracaso, se derivó la atención hacia el develamiento de la fisonomía real del ‘prócer’ la que sí en cambio se pudo determinar por tales procedimientos. Pero hubo otro descubrimiento complementario que fuera soslayado para la opinión pública, aunque trascendiera en un primer momento causando un verdadero estado de sorpresa y conmoción. Se pudo saber así que la salma bolivariana se encontraba envuelta en una bandera británica, país este último que es preciso reconocer que gozó de grandes simpatías por parte sea de Bolívar como de su predecesor Miranda. Es de recordar al respecto que ambos hicieron hasta lo imposible por granjearse la simpatía del imperio de Albión para llevar a cabo sus proyectos ‘libertadores’. Se conserva al respecto una famosa esquela de Bolívar en la cual le proponía a su majestad la reina el establecimiento de una colonia en Centroamérica, la que posteriormente fuera Honduras británica, a fin de poder garantizar mejor la práctica del librecomercio en tal nuevo mundo ‘liberado’. Y este fenómeno, que entre otras cosas contara con los ponderados aportes de la masonería, fue un hecho muy generalizado entre los movimientos independentistas del siglo XIX de nuestro continente. El famoso plan de operaciones, elaborado por Mariano Moreno en la gestación de la Revolución de Mayo, tenía como premisa principal también el establecimiento del libre comercio con Inglaterra que había sido expresamente prohibido por el virrey Cisneros. De la misma manera que otros próceres como Alberdi y Sarmiento repudiaban en sus obras al gaucho y al español por su carácter perezoso, monacal y poco productivo como en cambio expresaba el yanqui, producto privilegiado y arquetípico del capitalismo gestado en Gran Bretaña. Y no es de extrañar al respecto que las tribus aborígenes de América fueran los principales aliados de los realistas en contra de tal ‘independencia’ ya que en el fondo los pueblos originarios de nuestro continente tenían más simpatía hacia una concepción del mundo que privilegiaba la trascendencia antes que con el oscuro materialismo que encerraba al hombre dentro del universo del consumo y la producción. Fue justamente un famoso ejército de indios el que resistiera hasta el final en contra del 'libertador' Bolívar.
Pero los siglos pasan en forma vertiginosa y ahora nos encontramos con circunstancias diferentes, pero, tal como dijera Carlos Marx, la historia suele repetirse en modo tal que lo que antes se nos aparecía bajo la forma de una tragedia vuelve a suceder nuevamente pero esta vez como una divertida comedia. Y esto es justamente lo que se está produciendo ahora. Una vez más en materia de bolivarianismo se suele hablar de conjuras y envenenamientos, antes con arsénico, tal como se decía en el caso de Bolívar, o inyectando células cancerinógenas como ahora en el de Chávez. Y como siempre en los dos casos tales conspiraciones quedarán con el tiempo en el olvido una vez más por la falta de pruebas convincentes. Y ello no porque sea imposible que tales acontecimientos pudiesen suceder, sino porque habría que preguntarse en los dos casos: ¿por cuáles razones el imperio en sus diferentes figuras iba a envenenar a aquel que en el fondo lo favorecía? En el primer caso proponiéndole establecer una colonia propia y aliada de su gobierno y practicando su misma concepción del mundo. Y en el segundo, en donde ya el imperialismo no es más Inglaterra sino los EEUU: ¿por cuál razón este último iba a eliminar a la gallina de los huevos de oro, es decir al gobernante del país que le surtía diariamente de un millón de barriles de petróleo?
Y éste es el aspecto que resulta más risueño del fallecido Chávez. Nos hemos cansado de escucharle verborrágicos discursos ‘en contra del imperialismo’, pero ha sido justamente gracias a sus generosos aportes petroleros que este último ha podido llevar a cabo sin inconvenientes sus campañas tan denostadas en Irak y Afganistán. Curiosamente, a cambio de tan vital recurso, Chávez ha recibido en abundancia un papel pintado de color verde que es a su vez la moneda de curso en el país gobernado por su socio, también ‘antiimperialista’, Correa. Cuando se le preguntó al primero cómo podía explicar tal incongruencia, manifestó que una cosa era la economía y otra la política, lo cual nos recordaba a un coetáneo suyo, ex militar carapintada argentino que, luego de embolsar una importante suma de dinero de un denostado hombre público, explicó que no se podía hacer política sin dinero. Faltó por supuesto alguien que en su momento le contestara que un revolucionario verdadero, además de no negociar nunca con alguien del sistema, no le vende petróleo a los EEUU, sino que por el contrario lucha por destruirle su capacidad energética. Es de recordar al respecto que Bin Laden, hijo de un empresario del petróleo, además de emplear la totalidad de su fortuna para combatir al ‘imperio’, en vez de hacer negocios con éste se encargaba de destruirle los oleoductos pues sostenía que solamente minándolo en su capacidad energética se lo podía vencer. Es que en el fondo, a pesar de sus rimbombantes discursos, Chávez no quería vencer a los norteamericanos, sino negociar con ellos para ser respetado como un igual. Es decir no quería salir del sistema, de la misma manera que su antecesor Bolívar. No por nada era ‘bolivariano’.
Pero en honor de este último hay que reconocer que aunque fuera un inapreciable aliado del británico, al menos combatió con valor y decisión en el campo de batalla en contra del imperio español al que logró vencer. Chávez en cambio no libró batalla alguna, salvo en sus interminables discursos, en contra del tan denostado imperio norteamericano, al que no le ahorró epíteto descalificatorio alguno en el momento mismo en que lo llenaba de barriles de petróleo. Tal como decía Marx, una vez más la historia se repite pasando de la tragedia a la comedia*.

*Aunque en honor a la verdad debemos reconocer que Chávez, quien quiso amoldarse en vida al sistema internacional vigente, fue un militar de agallas en el orden interno, superando en esto en mucho a sus referentes peronistas carapintadas de la Argentina. Así pues, luego de su primer fallido golpe de Estado, manifestó su intención de no rendirse y de luchar hasta el final en una nueva intentona, la cual le fue finalmente exitosa. Luego, ya en el poder, ante un golpe similar que lo sacó por unas horas del mando, no se escapó del mismo 'para evitar derramamientos de sangre', sino que persistió hasta el final logrando así derrotar a la maniobra enemiga.

Marcos Ghio
9/03/13

lunes, 4 de marzo de 2013

EL CARÁCTER UNIVERSAL DEL PENSAMIENTO EVOLIANO


Un conflicto suscitado con un par de personas, participantes de un foro que se autotitula ‘evoliano’, trajo a colación el siguiente interrogante. ¿Es el autor Julius Evola un pensador europeo o en cambio, a pesar de haber formulado sus actividades en tal continente, sus principios son universales e incluso contrarios en múltiples aspectos a un pretendido nacionalismo europeo (o indoeuropeo, de acuerdo al más pomposo concepto asumido por tales cultores) que pretende encerrar su legado a tal acotada esfera? Veamos.
1)     En su obra El Arco y la Clava nuestro autor se ha opuesto por igual sea a aquellos que han querido hablar de una superioridad del Occidente respecto del Oriente, como a la inversa a quienes han querido hacer de tal civilización el verdadero reservorio espiritual de la humanidad en su conjunto. No consideró pues ni como Hegel la superioridad del Occidente respecto del Oriente, ni como Guénon la del Oriente respecto del Occidente, sino que manifestó que las categorías tradicionales que él reivindica pueden hallarse en cualquiera de los dos contextos culturales.
2)     En tal perspectiva, al referirse al carácter indoeuropeo del Buddha, no quiso por esto, al modo de racistas del estilo de Gobineau, manifestar la superioridad de tal grupo racial sobre los restantes, ni tampoco considerarlo como el origen de todas las verdaderas civilizaciones. Simplemente con tal constatación quiso expresar que los límites entre el Oriente y el Occidente no son una cosa infranqueable, sino que existen influjos recíprocos que pueden haber sido tanto un beneficio, como en este último caso, como en cambio una verdadera destrucción y desgracia, tal como fuera por ejemplo la colonización de India y China por parte de Inglaterra y la consecuente ‘occidentalización’ que hoy vive el Oriente en tales países, a los que se les han agregado también otros como el Japón, con la irrupción de fenómenos tales como el materialismo, la democracia y el consumismo.
3)     Que de ninguna manera Evola ha considerado la superioridad de la raza blanca sobre las de color; que en todo caso lo que pudo haber manifestado ha sido que dentro de tales contextos pueden haberse desarrollado en mayor o menor medida fenómenos de esplendor como de decadencia, pero que ninguno de ellos es carácter exclusivo de una determinada raza en particular. Que cuando en el período anterior a la Gran Guerra manifestó que mientras que en lo ario primaba una espiritualidad activa y solar y en el contexto semítico una de carácter pasivo y lunar no consideró nunca que esto fuese un fenómeno propio de una determinada raza, sino en todo caso que donde más se había manifestado una cosa era en alguna de ellas.
4)     En ningún caso manifestó que los fenómenos de espiritualidad solar hayan sido cosa propia y exclusiva del hombre indoeuropeo, sino que describió la presencia de fenómenos de tal tipo aun en religiones o tradiciones espirituales que no lo eran en manera alguna, como el taoísmo, el zen o aun en el judaísmo por él tan denostado varias veces, dicho fenómeno también se había manifestado a través de la cábala así como en el también semítico Islam supo calificar de manera elogiosa a la doctrina de la guerra santa o jihad a la que consideró como abiertamente tradicional emparentándola con lo mejor de la tradición aria. Y fenómenos de tal tipo son recurrentes en toda su obra por lo que sería largo y tedioso enumerarlos todos. Por lo que sin más puede recabarse que el origen hiperbóreo y solar de las grandes tradiciones no se encuentra hoy en día referido a comunidad o raza alguna en particular, sino que es patrimonio de la humanidad entera en grados diferentes.
5)     Como filósofo de la libertad nunca consideró que la raza produzca al ser humano sino a la inversa, es el hombre el que produce la propia raza, del mismo modo que, de acuerdo a la doctrina metafísica de la preexistencia, es el espíritu el que determina y elige la propia existencia. Se encuentra pues lejos de todas las doctrinas modernas, aun las que se disfrazan de evolianas, como las aquí aludidas, que consideran que el hombre es un producto de una realidad que lo trasciende, en este caso para este grupo se trataría de la raza física a la que se pertenece la que hace que se pueda o no ser de una determinada manera, por lo cual mientras que un indoeuropeo estaría en condiciones de alcanzar una dimensión espiritual y activa, uno que no lo es en cambio cuanto más puede expresar una de carácter meramente psíquico*.
6)     Luego del conflicto bélico, cuando se diluyeron definitivamente las posibilidades de que la tan mentada ‘raza aria’ pudiese otorgar al mundo una apertura hacia la dimensión de la trascendencia, luego de la caída de los fascismos en sus posibilidades superiores, del mismo modo que tras la modernización ya definitiva del catolicismo con el Concilio Vaticano II, la antes usada dicotomía ario-semita había perdido todo tipo de sentido por lo que en los tiempos venideros los términos a usar ya han debido ser mundo moderno contra mundo tradicional, encontrándose en diferentes medidas personas de tal tipo en las más distintas etnías. De allí la consigna evoliana de que nuestra patria es la idea y no la etnía a la que se pertenece.
7)     Que contrariamente a lo que manifiestan tales sectores, paradojalmente los arios y los blancos hoy se encuentran en la retaguardia y en mayor medida adheridos a los valores modernos. En cambio donde más se manifiestan los tradicionales es entre los pueblos de color. Fenómeno éste ya denotado por Evola en sus obras más maduras, pero que en los últimos tiempos se ha visto superado aun más.
8)     Así pues Evola si bien tuvo conceptos duros hacia la raza negra ello estuvo determinado por dos cosas. En primer lugar porque condenó el fenómeno de la negritud, es decir el culto del negro que hoy se realiza en la sociedad moderna en sus fases más terminales, viéndose en éste el grado de perfección más alta, de la misma manera que en épocas pasadas filósofos como Rousseau rendían culto al salvaje primitivo y a su sociedad ideal. Y en segundo lugar porque constató que culturalmente la raza negra no había producido expresiones culturales superiores, lo cual sin embargo no le estaba vedado para nada en un futuro. Justamente hoy en día, cuando Evola ya no está, es en el contexto de la raza negra en Malí o en Somalia en donde se están manifestando las expresiones más altas de la jihad y la guerra de civilizaciones contra el mundo moderno compartido también por razas de todos los colores.
9)     Para finalizar digamos que donde más se expresa el carácter universal del pensamiento evoliano es a través de su explícita adhesión a la doctrina de la unidad trascendente y metafísica entre las grandes religiones y tradiciones espirituales por la cual se sostiene la necesidad de una gran unidad ecuménica y esotérica entre los representantes de las principales religiones de la tierra para hacer frente aunadamente a la gran anomalía moderna. Es de destacar que los pseudo-evolianos en cambio se oponen a tal concepto y por el contrario llaman a luchar en contra del Islam fundamentalista en estrecha inteligencia con movimientos seculares y laicos como el sionismo.

·        Es de destacar que los ‘indeuropeístas’ a pesar de todo no forman un bloque común  y suelen tener desinteligencias semánticas entre ellos. Así pues, mientras que Alcántara manifiesta expresamente que los judíos y los negros, como toda raza que no sea la suya, carecen de espíritu, teniendo sólo alma, Martín dice en cambio que tienen un tipo de espíritu diferente del blanco, que sería uno de carácter lunar. Acá hay que recordarle a este último que, de acuerdo a la dicotomía usada entre otros por los hermetistas, en la esfera del yo interior, el alma es la luna, representando el principio femenino y pasivo, mientras que el espíritu es en cambio el sol, lo masculino y activo, por lo cual, cuando se hace alusión a una espiritualidad lunar, en el fondo se está refiriendo a un yo que, en tanto pasivo, no puede alcanzar propiamente el plano del espíritu.

Marcos Ghio
3/03/13