jueves, 2 de enero de 2014

A PROPÓSITO DEL NUEVO CONSERVADURISMO RUSO

PUTIN Y SUS ADMIRADORES



Multimillonarios eurosasiáticos: más de 40 mil millones de dólares por cabeza

Así se refería Julius Evola, en una de sus tantas caracterizaciones geniales, a la revolución bolchevique acontecida en Rusia. “Ella tuvo en escasa medida caracteres románticos… propios de las otras revoluciones como la francesa. Le ha correspondido a la misma en vez una inteligencia, un plan bien meditado, una técnica. El mismo Lenin… estudió el problema de la revolución proletaria así como el matemático puede enfrentar un problema de cálculo superior, analizándolo fríamente y con calma en los mínimos detalles. Sus palabras son: “Los mártires y los héroes no son necesarios a la causa de la revolución: es una lógica lo que se necesita y una mano de hierro…”. Ello tuvo su complemento en la actividad de Trostsky que hizo del problema de la insurrección y golpe de Estado una cuestión no de masas y de pueblo, sino de técnica en tanto reclamaba el uso de escuadrones especializados y bien dirigidos…. Los jefes de tal revolución se presentan como indiferentes con respecto a las consecuencias prácticas, a las calamidades sin nombre que procederán de la aplicación de abstractos principios. El hombre para ellos no existe. Con el bolchevismo, casi como fuerzas elementales se han encarnado en un grupo de hombres que a la feroz concentración de lo fanático le agregan la lógica exacta….
No sin relación con esto aquí otro rasgo característico es que, mientras que las revoluciones precedentes, en su demonismo, escaparon casi siempre de las manos de quienes las habían suscitado y devoraron a sus hijos, ello se ha verificado en Rusia tan sólo en escasa medida: una continuidad del poder y del terror se ha estabilizado aquí… Se preanuncia una época en la cual las fuerzas de las tinieblas dejarán de actuar como antes desde atrás de los bastidores y se harán una sola cosa con el mundo de los hombres habiendo encontrado su adecuada encarnación en seres en los cuales el demonismo se une al más lúcido intelecto… Una de las características más salientes del punto terminal de cada ciclo es un fenómeno similar.”
Y agrega seguidamente: “En cuanto a la idea comunista se llevará a engaño quien olvide la existencia en el comunismo de dos verdades. La una, esotérica, por decirlo así, tiene carácter dogmático en los escritos y directivas del primer período bolchevique. La segunda es una verdad mutable, ‘realista’, forjada circunstancia por circunstancia en aparente contraste con la primera y con eventuales compromisos con las ideas del mundo ‘burgués’ (idea patriótica, mitigaciones del colectivismo de la propiedad, mito eslavo, etc.). Las variedades de esta segunda verdad… son puros instrumentos al servicio de la primera y son sumamente ingenuos quienes en cualquier momento supusiesen que el bolchevismo sea ‘superado’, que haya ‘evolucionado’ y vaya al encuentro de formas normales de gobierno…” (Rebelión contra el mundo moderno, pgs. 421 y sig.). Palabras realmente proféticas y que ponen al descubierto como nadie la esencia del comunismo, es decir de ese fenómeno que apareciera en el mundo a comienzos del pasado siglo y que diera inicio a la última fase de este ciclo histórico.
Los tiempos han ido pasando y muchas cosas han cambiado desde que el Maestro nos dejara hace 40 años. En 1989, como consecuencia de una victoria contundente del movimento Mujaidin afgano, la URSS, esa nefasta creación del comunismo bolchevique, comenzó su proceso de desintegración. Muchos hablaron entonces del final del comunismo y fueron los mismos comunistas los que se encargaron por todas partes de hacernos saber que habían dejado de existir, aunque habitualmente ello no pasara de un simple cambio de nombre y asunción de imágenes más a tono con los tiempos actuales. La realidad es que con la caída del Muro de Berlín no se ha derrumbado propiamente el comunismo, sino que simplemente lo que ha acontecido es que ese elemento ‘esotérico’ del cual Evola nos hablaba ha quedado al descubierto. Esto lo pintó brillantemente el cineasta ruso Sokurov en su película sobre la agonía de Lenin. En un proceso de lenta extinción producido por su irreversible cáncer cerebral y que cinematográficamente comienza en una pequeña y oscura habitación, la escena concluye finalmente en un inmenso salón repleto de lujos, lo que resulta ser el antiguo palacio del zar. Ante el asombro del agonizante Lenin, que no puede comprender palabras tales como ‘confiscar’ ‘expropiar para el pueblo’, etc. que le emiten sus enfermeras, acostumbradas al léxico habitual de tal ideología, una de ellas más crudamente le señala que todo fue robado. Con claridad meridiana se indica aquí ese aspecto ‘esotérico’ del comunismo. Una banda de facinerosos recubierta de una ideología y acudiendo a todos los procedimientos posibles en función de obtener sus propios fines, ha ido constituyendo con el tiempo una verdadera nomenklatura de multimillonarios utilizando para tal fin al Estado, el cual por el mismo Lenin fuera calificado como un organismo encargado de obtener lo que Marx definiera como ‘acumulación primitiva de capital’.
La caída del muro hizo que todo esto se hiciera notorio y hoy mismo los multimillonarios rusos y chinos, componentes todos ellos de la antigua nomenklatura, integran en número cada vez más nutrido las selectas listas de la revista Forbes que nos indican a los hombres más ricos del planeta. Todos los líderes recientes de la nueva Rusia ‘no-comunista’ fueron en su totalidad miembros importantes de tal partido, comenzando por Gorbachov, pasando por Yeltsin y arribando ahora al actual gobernante Putin, el cual además de todo integraba la KGB, es decir la antigua agencia de espionaje del régimen. Como ya resulta claro y nítido que se trata de un sistema capitalista y que no están en juego aquí ‘los intereses históricos del proletariado’, es muy difícil que en su nueva fase la antigua nomenklatura pueda volver a engrupir a un conjunto de giles izquierdistas como los había antes que estuviesen dispuestos a dar la vida por la ‘gloriosa Unión Soviética’, es decir por una banda de mafiosos disfrazados de revolucionarios. Entonces el procedimiento empleado por el multimillonario Putin (nº 7 en la lista de hombres más ricos del planeta) debe ser el de buscar otra clientela, esta vez, tal como nos manifestara agudamente Evola, ‘acudiendo a algunos ideales del mundo burgués’. Y henos aquí entonces con todas estas campañas en contra de la homosexualidad, en defensa de la familia, de la religión y otras cosas similares, con lo cual ha logrado, como siempre sucede, que un conjunto de ingenuos y desinformados, en su mayoría por desesperación, lo terminen exaltando como una especie de mesías salvador del mundo. Podemos mencionar varios casos de todo ello. Por ejemplo la revista güelfa Patria Argentina acaba de decirnos que con Putin se estaría cumpliendo el 3º secreto de Fátima que nos prometía que Rusia iba a salvar al planeta tras su reconversión al cristianismo. Y más recientemente ha aparecido por Internet un artículo escrito por un tal Alcantarilla, (diminutivo que utilizamos para diferenciarlo de un homónimo suyo que publicara sesudos artículos sobre Evola en la página de nuestro Centro), un exponente del identarismo europeo que nos critica por nuestro apoyo al pueblo ucraniano por no querer volver a estar bajo la hegemonía de Rusia que según él, incurriendo así en la sugestión denunciada por Evola, habría ‘superado’ el comunismo para convertirse en un régimen conservador. Al mismo tiempo repudia que hayamos respaldado su intención de integrarse a la Unión Europea, lo cual según él significaría adherir al capitalismo yanqui que sería peor que el ruso.
Pero resulta ser que por otra parte Alcantarilla nos recuerda también que los ucranianos padecieron el nefasto Holodomor a manos de Stalin quien, para terminar con los campesinos de tal país y estatizar así la agricultura, produjo una hambruna artificial con 10 millones de muertos. Le queremos decir entonces que así como uno no invitaría a cenar al asesino de sus padres, ésta, que él mismo nos da, es la razón por la cual los ucranianos no quieren volver con Rusia y menos aun con un régimen que, a diferencia de los que lo precedieron, curiosamente ha efectuado una campaña pública de reivindicación de la figura de Stalin, es decir del mismo ejecutor de tal genocidio. Pero a pesar de ello nuestro contradictor se emociona por las medidas conservadoras antes mencionadas efectuadas por Putin y convoca a apoyarlo. Esto recuerda a muchos nacionalistas que hacían lo mismo con Reagan y Bush y ahora seguramente con el Tea Party cuando asumieran posturas similares*. En realidad tendría que ser exactamente al revés, nosotros deberíamos apoyar a aquellas tendencias centrífugas y disolutorias que existiesen sea en la sociedad norteamericana como en la rusa, en tanto que las mismas son los principales exponentes del mundo moderno. ¿Por cuál razón tendríamos que querer conservar tales sistemas crepusculares? Es preferible pues que en los mismos hubiese gobiernos débiles que ayuden a su descomposición antes que fuertes y dictatoriales como el caso de Putin. Para nosotros en el fondo Yeltsin es mejor que Putin, de la misma manera que Obama lo es respecto de Reagan o Bush; aunque también podría pensarse que en algunos casos los regímenes conservadores, cuando a ello se asocia una dosis de imprudencia, pueden servir mejor para acelerar las cosas, tal como lo que sucediera con este último en sus invasiones a Afganistán e Irak. Y respecto de que estaría mal que Ucrania se asocie a la Unión Europea, resulta claro, aunque el aludido no lo quiera entender, que para nosotros es un tema táctico y circunstancial. En ningún lado hemos dicho que idealizamos a tal conglomerado; pero, en tanto lo sabemos más débil que Rusia, ello sería lo mismo a que en un mañana si Texas y California quisiesen unirse a México, nosotros nos opusiésemos a tal decisión alegando que se trata de un régimen capitalista. Por supuesto que ello es así, pero desde el punto de vista de una guerra de civilizaciones es preferible siempre que sea éste el que se fortalezca y que EEUU, que es la fuerza militar que combate, sea en cambio el que se debilite y disuelva. Lo mismo pensamos pues respecto de Rusia o de China.
Por último dos palabras finales respecto del reciente acontecimiento relativo a la liberación de los activistas de Greenpeace que con suma gallardía protestaban por la contaminación de una de las principales reservas de agua dulce del planeta efectuada por la empresa estatal rusa Gazpron en complicidad con la holandesa Shell. Resulta a todas luces absurdo y como una señal del carácter tiránico de tal régimen que ya ha cometido otros abusos similares y peores con la propia población, tales como asesinatos de opositores, poniendo así en evidencia una vez más ese carácter implacable denunciado por Evola, que se haya encarcelado a personas por el mero hecho de estar protestando por algo por lo demás justo. Acotemos que la liberación de los activistas extranjeros, pues los rusos siguen presos, ha acontecido por una decisión demagógica tomada por Putin en razón de la proximidad de las Olimpíadas invernales de Sochi y por su necesidad de no tener conflictos con otros países, pues ya tiene suficientes y abundantes con la propia población, tal como viéramos recientemente en los atentados de Volgogrado; por lo que quedaría por ver qué hubiese sucedido de no haber coincidido las dos fechas. Pero lo que resulta realmente repugnante es encontrarnos con personas -y con seguridad Alcantarilla es uno de ellos pues acaba de brindarnos elogiosas expresiones relativas a tal figura- que celebren la firmeza y ‘misericordia’ de Putin con tal medida repudiable. Al parecer, en tanto que ello permitiría la manifestación de tales virtudes excepcionales, ellos estarían también muy contentos con la contaminación del Ártico producida por el capitalismo rapaz, sea ruso como norteamericano, que algunos de ellos demuestran que tan sólo de palabra están combatiendo. Son, tal como ellos dicen, conservadores, no tradicionalistas.

* Entre los múltiples ejemplos de simpatías y adhesiones a los halcones yanquis por parte de nuestros güelfos e identitarios podemos recordar el caso de un reconocido dirigente, que fuera primero jefe de redacción de la revista Cabildo y luego referente argentino de la Nueva Derecha de Alain de Benoist, demostrando de este modo en su persona también aquí la afinidad que existe entre güelfos y ‘paganos’, quien calificara la política de Bush en sus guerras de invasión como ‘sana’.

Marcos Ghio
2/01/14


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