lunes, 6 de junio de 2016

RAMÍREZ: LA PATOLOGÍA DEL ECONOMICISMO

     LA  PATOLOGÍA  DEL ECONOMICISMO

     

       Una grave enfermedad se ha apoderado de la modernidad: se trata del economicismo. El Estado, las instituciones, la legislación, la política, la vida cotidiana y cada una de las personas se encuentran infectadas con este virus. Cada día va desplazando toda otra preocupación, todo otro interés, todo se va concentrando en la economía, todo lo demás no importa, el "homo sapiens" se transforma en el "homo economicus" que ha asumido lo económico como una verdadera naturaleza. Esta cuestión se ha apoderado totalmente de la actividad principal de los Estados. es el tema principal de todas las preocupaciones, la cuestión económica está presente en las reuniones internacionales, en los tratados, en la geopolítica, es decisiva en las elecciones y en la suerte de los gobiernos cuyo éxito o fracaso depende del estado del bolsillo de los votantes. Recordemos la frase del presidente yanqui Clinton cuando dijo, contestando a un crítico: "¡Es la economía estúpido!"
     El marxismo clásico ha hecho de la economía el tema central de su política. Lenin sintetizó bien la cuestión: "La economía es nuestro destino", sentenció, y a partir del "Manifiesto comunista" los marxistas interpretaron a la historia como el desarrollo de la lucha de clases, hasta el extremo fracasado de llevar a la cuarta casta, la de los trabajadores al poder del Estado. Pero ese frustrado intento no ha disminuido la presencia absorbente de la economía en la vida diaria. El hombre moderno, que es unidimensional, busca toda explicación, de muchas cosas que ocurren, en el factor económico y se llega a la tontería de considerar que las actuales guerras en varias partes del mundo, en especial en medio oriente, son fruto de obscuras conjuras por apoderarse de las fuentes de petróleo y de otras materias primas, sin sospechar siquiera en  el origen religioso y cultural de ellas, algo muy superior a las pueriles preocupaciones economicistas.
     La era burguesa es pues una era economicista. La burguesía, cuya razón de ser es la de un sector social dominado por el lucro y el afán de riqueza, ha impuesto esta forma de ser al mundo moderno. La casta de los trabajadores ha seguido estas pautas, y disputa a la burguesía el reparto de los bienes. De ahí el enfrentamiento entre gobiernos populistas y gobiernos oligarcas que se alternan en el poder estatal.
     La desaparición de las castas cuya razón de ser no era la economía, casta guerrera y casta sacerdotal, ha conducido a este desorden. Si la humanidad tiene la posibilidad de restaurar una sociedad normal en la cual la economía esté sometida a principios superiores y tradicionales, de orden metafísico y religioso, ése es el gran tema de la actualidad.
     No negamos la relativa importancia de los problemas económicos, pero debemos ubicarlos en su justa dimensión. Ya en 1850 el tradicionalista español Juan Donoso Cortés advirtió que si bien para el Estado las cuestiones económicas son importantes, de ningún modo son las más importantes.
     En tiempos más recientes, Julius Evola expresó más contundentemente que "la instancia política se legitima con valores espirituales y supraindividuales", o sea que siendo la instancia económica inferior un Estado dedicado casi totalmente a la economía pierde toda legitimidad, y ésta es la situación actual.
     Ahora consideremos: ¿Qué cabe hacer a los que tenemos el punto de vista tradicional, especialmente en los países iberoamericanos, siempre sujetos a los vaivenes de los movimientos políticos economicistas? En primer lugar tener siempre presentes los principios de la Tradición y no dejarse arrastrar por las falsas alternativas que inevitablemente surgirán en países como Argentina, Brasil y Venezuela, sea lado marxista, progresista o nacionalista y frente a la ola de neoliberalismo que se implanta en la región.
Pero esto no significa mirar hacia otro lado y mantenerse como simples observadores de la situación. Al mismo tiempo hay que ser convidados de piedra pero presentes en el banquete, y con nuestra presencia incidir en los mejores y marcar la posibilidad de una superación de las falsas alternativas que ofrecerán los movimientos puramente economicistas. Será como andar por el filo de una montaña, con precipicios a cada lado, pero siempre arriba.

San Carlos de Bariloche, 16 de mayo del 2016.


JULIÁN  RAMÍREZ         

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