miércoles, 17 de agosto de 2016

RAMÍREZ: ACCIONES DE GUERRA: EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS

ACCIONES  DE  GUERRA: EL  FIN  JUSTIFICA  LOS  MEDIOS


     Que el fin justifica los medios es una frase común que se atribuye a Nicolás Maquiavelo, pero que realidad su autor fué Napoleón Bonaparte en una nota que agregó a su ejemplar de "El Príncipe". Este dicho ha sido muy usado para justificar cualquier cosa para conseguir un fin determinado, mientras que  la moralina burguesa y religiosa ha criticado esta actitud. En realidad si vemos la cuestión desde el punto de vista tradicional, que es el nuestro, la verdad está lejos de ambas posiciones, que son totalmente abstractas.
     Lo primero a considerar es ver de qué fin se trata y no considerar los fines en general, no es lo mismo un fin que otro.
     En la actual guerra de civilizaciones vemos a diario como se producen acciones bélicas y mientras la moralina de los defensores del mundo moderno acallan los medios que usan las potencias de la modernidad para combatir al fundamentalismo islámico, se rasgan las vestiduras ante lo que llaman atentados cometidos por los guerreros mártires islamistas, y que en realidad no son atentados sino acciones de guerra. Es importante notar como en las palabras usadas ya va implícita una interpretación desfavorable.
     Los salvajes bombardeos sobre poblaciones civiles, incluso hospitales, perpetrados por yanquis, rusos, franceses, ingleses y otros son vistos favorablemente y "buenos" por los decrépitos defensores del orden mundial materialista, economicista y financiero, mientras las acciones de guerra de los "shahad" - mártires - son calificadas con los peores adjetivos de la moralidad burguesa, religiosa, y del código penal. Para ellos está claro que desde el punto de vista del mundo moderno los medios que usan justifican el fin.
     Lo primero que entonces debemos averiguar es cuál es el fin que se persigue para luego determinar si los medios usados están justificados. Y a lo que queremos apuntar antes que nada es que no es mismo usar la violencia en favor de la defensa de la Tradición que usarla en defensa del mundo moderno. A la primera la defendemos y la justificamos, a la segunda la condenamos. No se pueden poner en el mismo plano de igualdad una y otra. La Tradición, aunque sea en forma limitada, está hoy presente en el fundamentalismo islámico, en otras ocasiones ya hemos detallado dónde se manifiestan en forma visible los aspectos tradicionales de su lucha.
     LaTradición y sus categorías, metafísicamente son superiores al devenir del mundo moderno carente de todo sustento en lo alto. Mundo de lo bajo, de lo carente de toda substancialidad, de toda visión superior del mundo y de la vida, mundo de la obscuridad en estos últimos tiempos del Kaliyuga. Y digámoslo con claridad aunque más de uno se sienta asustado: todo medio debe ser usado para dar por terminada a la modernidad, con la única prevención que tales medios deben conducir al restablecimiento de los principios tradicionales. Estamos convencidos que los medios usados en la actual guerra santa son eficaces para tales fines.
     Otro aspecto de la moralina actual es condenar todo tipo de violencia venga de donde venga, implorando y llorando genuflexos, invocando la paz, el amor y los derechos humanos. Esta en el fondo es una actitud femínea e hipócrita que mientras llora tolera al mundo moderno. En esto es especialista la actual Iglesia Católica, que mientras se lamenta, como lo hace Francisco, nada dice sobre los criminales bombardeos de los verdaderos agresores.
     Tampoco se trata de justificar las acciones de guerra del fundamentalismo como si se tratara de represalias. Aunque no hubiera necesidad de represalias, que en realidad las hay, las acciones de guerra deben ser llevadas a cabo porque valen en  sí mismas como arma necesaria para la lucha contra la modernidad. En estos momentos que vive la humanidad más vale luchar que rezar.
     Otra sugestión que tiende a debilitar la lucha es la que considera que mueren muchos inocentes que nada tendrían  que ver con la guerra. Se dice que una cosa son los gobiernos y otra cosa los pueblos. Unos son malos y los otros son buenos. En la democracia los gobiernos son elegidos por los pueblos y sostenidos por ellos, de modo que algo tienen que ver. Decir que los pueblos son siempre buenos es propio de un populismo demagógico y democratista: se halaga a las masas para conducirlas hacia abajo.
     Creemos conforme a doctrinas tradicionales (1) que hay un lazo invisible y sutil en cada uno de los conglomerados humanos tales como naciones, nacionalidades, colectividades, religiones, etnias. Estas nociones han sido olvidadas por el mundo moderno con su prédica individualista y materialista, pero no por olvidadas dejan  de estar presentes. Desde este punto de vista no hay inocentes, hay invisibles e inconscientes vínculos de solidaridad entre los miembros de un ente social, y en este caso las acciones llevadas a cabo por algunos gobiernos de la modernidad provocan reacciones que pueden recaer sobre el conjunto de la población de esos países.
     Estas consideraciones van allá de todo planteo moralista y religioso y deben tenerse en cuenta en el análisis de  las acciones de guerra.
(1) Ver: " La Magia como Ciencia del Espíritu". Tomo VI, pág. 94, edición 2000, Ed. Heracles, Bs.As.


San Carlos de Bariloche, 1º de agosto del 2016.   

JULIÁN  RAMÍREZ   

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