viernes, 13 de octubre de 2017

CUANDO LOS JUDÍOS LITIGAN EN ARGENTINA


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Un hecho importante ha sucedido en la Argentina y del cual acabamos de enterarnos. El periodista de origen judío Pedro Brieger (ver foto) logró condenar al Centro Simón Wiesental por agravio hacia su persona, ya que su representante lo acusó, en ocasión de una nota sobre un hecho ocurrido en Israel, de Judenrat o de Kapó, es decir el término con el que se calificaba a aquellos judíos que colaboraban con los nazis en los campos de concentración. En su defensa el aludido hizo notar que es hijo de dos ex prisioneros de tal campo en Alemania y que por lo tanto tal calificativo lo afecta sobremanera. Nosotros queremos decir que tal sentencia contrasta con la que se nos aplicara años atrás cuando litigáramos contra un periodista de Página 12, en ese entonces propiedad del titular de dicho Centro, el cual había manifestado en un libro que eramos responsables ideológicos de la profanación de tumbas hebreas en la Argentina y alegaba como prueba al respecto que en una conferencia habíamos manifestado que el ex presidente Alfonsín había trasladado la capital del país a Viedma para consumar el plan Andinia, manifestando poseer un video demostratorio. Luego de demostrarse que nunca espresé tal cosa y al no poder tampoco exhibir tal 'prueba' por haberla 'perdido', el juez se amparó para rechazar mi demanda en el argumento de que se trataba de una simple opinión lo que había vertido y que en todo caso quien se tenía que quejar por lo dicho era el ex presidente Alfonsín quien está muerto. Vemos ahora que el criterio ha cambiado, pero la circunstancia se debe a que quien se puede sentir agraviado por una simple opinión puede obtener una sentencia favorable por el hecho de tratarse de un ciudadano judío el cual como vemos goza en la Argentina de privilegios muy especiales y para el cual no rige por lo tanto aquella máxima del Talmud de que "Cuando un judío y un Goi comparecen en una corte absolved al judío." (Babha Kama, 113a),

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimados: vean la siguiente definición del consultor presidencial Durán Barba:

“Estamos en una época donde la gente se siente igual al líder. Gracias a la tecnología y a las redes todos somos emisores de mensajes. La opinión pública es incontrolable y no reconoce jerarquías. Lo que domina es la fugacidad y la urgencia en la comunicación. Lo único que permanece es el cambio”


Si tuviera razón respecto de que definitivamente en la política moderna todo es cambio y movimiento constante porque así lo impone la tecnología que "democratiza" el conocimiento, ¿en qué quedaría la idea del gobernante gibelino como primer motor inmóvil que sería el centro de la comunidad política?.